¿Por qué debemos valorar nuestros rasgos indígenas?

    

Por Naed Sanabria

¿Alguna vez te has sentido diferente por tu apariencia, tu forma de hablar o ciertas tradiciones familiares? Tal vez has notado rasgos físicos marcados, expresiones antiguas o costumbres que parecen venir de otro tiempo. Todo ello no es casualidad: es el reflejo de nuestras raíces indígenas, un legado que vive en nosotros y que merece ser conocido, valorado y respetado.

Los pueblos indígenas no son cosa del pasado. Siguen aquí, resistiendo, preservando su cultura y aportando a nuestra identidad como país. Conocerlos es reconocernos.

A continuación, destacamos tres comunidades fundamentales dentro del mosaico cultural del Perú:

Familia asháninka - Fuente: Ministerio del Comercio Exterior y Turismo

Los Asháninkas
Pobladores de la región de Junín, los Asháninkas han desarrollado una estrecha relación con la naturaleza. Sus actividades tradicionales —como la caza, la pesca y la agricultura— se realizan de forma sostenible y respetuosa con el entorno. A pesar de las amenazas constantes como la deforestación y la pérdida de recursos, esta comunidad continúa luchando por sus derechos territoriales y por la defensa de su cultura.

Los Shipibo-Conibo
Asentados en la región amazónica de Ucayali, los Shipibo-Conibo son reconocidos por su impresionante arte textil. Sus shiringas, prendas tradicionales decoradas con patrones geométricos, no solo son estéticamente llamativas, sino que también tienen un profundo significado espiritual. Su cosmovisión se basa en la conexión con los ríos, la selva y los espíritus de la naturaleza.

                      La mayoría de shipibos viven al lado del río Ucayali - Fuente: Denomades 

Los Q’ero

Ubicados en las montañas de Cusco, los Q’ero son considerados uno de los últimos ayllus incas. Su aislamiento geográfico ha permitido que conserven muchas prácticas ancestrales: hablan quechua, cultivan en terrazas, utilizan una gran diversidad de papas y maíz, y celebran rituales que datan de tiempos prehispánicos. Son guardianes de una sabiduría antigua que se niega a desaparecer.

                                                        Los Q'ero - El último ayllu inca

Estas comunidades —y muchas otras— representan las huellas vivas de civilizaciones que florecieron mucho antes que nosotros. Nos legaron no solo costumbres, sino también maneras de ver y entender el mundo.

Valorar nuestros rasgos indígenas es reconocernos como parte de una historia milenaria. Es afirmarnos como herederos de una riqueza cultural única. Es, en definitiva, un acto de dignidad.

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